Muestro el anuncio de la conferencia que di hace unos días en el 1er Simposio Internacional de Arte, Arquitectura y Educación, organizado por el monasterio cisterciense brasileño de Jequitibá y respaldado por numerosas universidades de prestigio.

Para mí ha sido todo un honor ser invitado a participar. Y más constatando el nivel del resto de conferenciantes que, a lo largo de tres días, fueron exponiendo temas todos ellos interesantísimos. También ha sido muy especial el hecho de que mi conferencia fuera la que abriera el congreso.

Esta entrada es mi modesto agradecimiento a los organizadores y al traductor que desde el primer día me apoyaron. En todo momento me he sentido confortable dentro de un clima de generosidad e interés por mi trabajo.

Poder exponer, en un entorno puramente cisterciense, mi teoría sobre lo que creo que es la esencia de la arquitectura cisterciense, ha sido un privilegio que me hace muy feliz.

Pronto hará 25 años que me atrapó la pasión por la arquitectura cisterciense. Y poco a poco fui descubriendo el porqué. Aunque hay muchísimas razones, una de las más importantes es que considero maravillosa la coherencia que hay entre los ideales cistercienses y su materialización arquitectónica.

Y ese es el tema que he expuesto en el Simposio. Si bien es verdad que una hora da para muy poquito (bueno, en realidad la mitad del tiempo se invirtió en la traducción simultánea al portugués), la preparación de la conferencia me ha permitido profundizar en el tema y descubrir nuevos elementos que hasta hora sólo eran intuiciones.

En paralelo a mi labor divulgativa, voy trabajando en un corpus teórico que me sigue deparando hallazgos y satisfacciones de gran valor para mí.

Y es esa suma de conocimientos, experiencia, pasión y sensibilidad la que me encanta poder compartir con todos vosotros. Con todo aquel que le gusta la belleza de las cosas sencillas. La belleza de la esencia de la arquitectura cisterciense.

Gracias a todos los que me acompañáis en este camino y a las muestras de cariño que generosamente me expresáis.

Seguimos.