Los hermanos conversos son un cuerpo religioso bajo estricta disciplina monástica. Se encarga de cubrir la necesidad de mano de obra de las abadías en tareas agrícolas, granjas, construcción y mantenimiento de los edificios para permitir a los monjes centrarse en sus actividades espirituales y litúrgicas.

Introducción

Introducción

Introducción

En la época de San Benito (s. VI) los monjes combinaban el trabajo manual con el puramente religioso. A partir del s. IX el auge del monacato provoca un rápido aumento en el número de monasterios y en el tamaño de cada uno de ellos. En consecuencia se hace necesaria la ayuda de la población rural en todos los trabajos físicos presentes en los establecimientos monásticos.

Aunque la orden cisterciense no fue la creadora de la figura de los hermanos conversos, también llamados hermanos legos, sí fue la que la extendió y perfeccionó llegando a ser los conversos un rasgo distintivo del císter.

Edificio de los conversos de Noirlac
Edificio de los conversos de Noirlac ©Ignacio Sánchez Zárate

Inicios

Inicios

Inicios

Para hacer compatible la ayuda externa de trabajadores con el anhelo de soledad y estricto ascetismo que promulga la Regla de San Benito, los primeros monjes cistercienses encabezados por el abad Esteban Harding pudieron llegar a tomar como referencia a los conversi y servidores legos existentes en los monasterios italianos de Camáldoli y Vallombrosa.

Debido a que Císter se negaba a buscar la ayuda de siervos o labradores laicos, se hizo necesario reclutar hermanos conversos. Según el Exordium Parvum, los tratarían “en vida y muerte como a sí mismos, excepto en los derechos reservados a los monjes del coro”.

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Cartuja italiana de Camáldoli ©Ignacio Sánchez Zárate

Descripción

Descripción

Descripción

Los hermanos conversos debían hacer un año de noviciado en el que eran preparados para sus futuras obligaciones y para respetar la disciplina monástica. Una vez superado el noviciado hacían los votos prometiendo obediencia al abad.

La mayoría trabajaban como agricultores y pastores en las granjas propiedad de las abadías, yendo al monasterio los domingos y festividades. Los conversos que permanecían en el monasterio tenían sus propias estancias y recintos que, aunque estaban separados, eran similares a los de los monjes.

El trabajo de construcción, mantenimiento y reparación de edificios fue una de las tareas más importantes, además de la rutina diaria de sus ocupaciones habituales.

La excelente organización del sistema de hermanos conversos propició en gran medida la expansión y multiplicación sin igual de monasterios en toda Europa.

Durante los siglos XII y XIII muchas abadías explotaban sus extensas posesiones con la ayuda de conversos, sobrepasando en número a los monjes del coro en una proporción de dos a uno o incluso tres a uno.

Edificio conversos Noirla cister
Edificio de los conversos de Noirlac ©Ignacio Sánchez Zárate

Para entender el éxito de reclutamiento de hermanos conversos por parte de las comunidades cistercienses hay que tener en cuenta las siguientes circunstancias:

  • Las condiciones socioeconómicas de Europa occidental, donde estaba comenzando la desintegración del sistema señorial tradicional. La población rural, en constante aumento, busca una vida mejor y empleos más prometedores más allá de la rígida organización feudal. Muchos de ellos ponen su mirada en Oriente con las Cruzadas, otros buscan su encaje en las nuevas y prósperas ciudades (burgos), y muchos otros se deciden por un cambio menos drástico manteniendo sus vidas en su entorno rural conocido pero bajo la tutela de una “empresa” prometedora y en plena expansión: las comunidades monásticas de la orden cisterciense.
  • Derivada de las circunstancias anteriores también hay que tener en cuenta que los monjes, asumiendo su función de terratenientes, eran más considerados y menos exigentes con la gente del campo que los señores feudales.
  • Muchos de los que solicitaron entrar en las abadías no lo hicieron por motivos económicos, sino buscando seguridad. Fue habitual que nobles y familias ricas hicieran donaciones a los monasterios bajo la condición de que el donante o sus hijos fueran admitidos como conversos.
  • En otros casos, el motivo principal fue el estrictamente religioso. El Exordium Magnum describe a un alto número de conversos que son ejemplos de humildad, obediencia, gran piedad, sencillez de corazón y entrega al duro trabajo.

Evolución

Evolución

Evolución

Con el paso del tiempo se fue ampliando la distancia entre conversos y monjes; los primeros más circunscritos al trabajo labriego y los segundos dedicados a los libros, estudio, predicación y misiones. Esta circunstancia, a principios del s. XIII, puso en duda si monjes y conversos podía considerarse que seguían formando una única familia monástica.

Poco a poco la relación derivó hacia el binomio amo-servidor, precisamente lo que se había intentado evitar en sus orígenes. Surgieron gran número de conflictos entre ambas instituciones, llegando a provocar no sólo alteraciones constantes en la vida diaria de los monjes, sino también de gestión material y económica de los monasterios. La solución fue confiar las granjas a la entera responsabilidad de los conversos con la única obligación de pagar una renta regular a los monjes. Esto supuso la transformación de los hermanos legos en arrendatarios sin carácter religioso, llegando a ser la apostasía generalizada un fenómeno común con el paso del tiempo.

Circunstancias históricas como la Peste Negra (mitad s. XIV) o la Reforma (primer tercio s. XVI) influyeron en el descenso generalizado del número de hermanos conversos. Posteriormente hubo constantes esfuerzos por recuperar esta institución, siendo la Estricta Observancia (mitad s. XVIII) y la renovación trapense del s. XIX las que más éxito tuvieron.

Ya en el s. XX el Concilio Vaticano II estableció en el decreto sobre la renovación de la vida religiosa que: “los monasterios de varones e institutos no meramente laicales pueden admitir, según su índole propia, clérigos y legos de acuerdo con las constituciones, en igualdad de condiciones, derechos y deberes, excepto los que provienen del orden sagrado”.

Edificio conversos de Fontfroide cisterciense
Escalera que lleva al dormitorio de los conversos desde el "callejón de los conversos" de Fontfroide ©Ignacio Sánchez Zárate