La Sala capitular es el lugar donde se lee el capítulo (de la Regla de San Benito). Está ubicada en la prolongación del transepto de la iglesia y se accede desde la galería del claustro. Es una estancia importante dentro de la abadía, tanto a nivel funcional como arquitectónico.

Introducción

Introducción

Introducción

La Regla de San Benito regula de manera exhaustiva el funcionamiento de una comunidad monástica dentro de una abadía. También marca las normas de convivencia y sirve de guía espiritual de los monjes. La Regla está compuesta por un prólogo y 73 capítulos en donde cada uno de ellos trata un tema en concreto. Dada su importancia, se destina un espacio destacado dentro del monasterio para poder leer el capítulo, de ahí su nombre.

Centro de la vida espiritual de los monjes, después de la iglesia y el claustro es considerado el tercer espacio más importante dentro de un monasterio. Este valor queda reflejado en su ubicación dentro del esquema organizativo y simbólico de la abadía, así como también en sus características técnicas y arquitectónicas.

Función práctica

Función práctica

Función práctica

Desde la construcción de las primeras abadías cistercienses la Sala capitular será el lugar de reunión diario de los monjes, donde además de leer el capítulo también debatirán otros temas logísticos y de convivencia. El Capítulo (capitulum) se realiza generalmente después de Prima (en invierno después de Tercia). Prima es la segunda hora del oficio divino y se celebra a las 4:00h en junio y a las 8:00 en diciembre.

Será el abad el que dirija estas reuniones, colocándose en una posición central frente a la entrada de la sala. Están presentes todos los miembros procesos de la comunidad; los novicios y conversos mantienen capítulos separados. Los presentes se sitúan a ambos lados del abad dispuestos por orden de antigüedad en el cenobio.

Primero se lee el martirologio conmemorando los santos del día y luego la Pretiosa, una breve oración monástica matutina. Posteriormente la citada lectura del capítulo de la Regla de San Benito con un comentario o aplicación práctica realizada por el abad o el prior. Los domingos y festivos se lee el Libro de los Usos o los estatutos del Capítulo General.

En la segunda parte, el superior requiere a todos los presentes a reconocer públicamente sus faltas, imponiendo a los infractores una penitencia.

El Capítulo diario es también la ocasión para anunciar acontecimientos importantes, y el momento para asignar a los monjes sus tareas particulares. Se lleva a cabo la admisión de los novicios, tomas de hábito y profesiones.

La sesión termina con el recuerdo a los miembros fallecidos de la comunidad y la recitación del Salmo 129.

La importancia del Capítulo disminuyó durante el s. XV (como sucedió con otras costumbres), pero fue completamente restaurado dentro de la Estricta Observancia.

La importancia de la sala capitular se verá confirmada y reforzada con la decisión, en algunas de ellas, de emplazar las tumbas de los abades.

Arquitectura

Arquitectura

Arquitectura

La arquitectura de la Sala capitular es coherente con las importantes funciones que alberga (coherencia presente en toda la arquitectura cisterciense). Su situación dentro del monasterio, dimensión, soluciones constructivas y técnicas empleadas, y otros elementos presentes demuestran su valor.

Está situada en la prolongación del transepto de la iglesia, dentro del ala oriental del monasterio. Es una ubicación importante a nivel simbólico, pues se sitúa a la altura del coro de la iglesia, en la zona más “privada” del monasterio lejos de los pies del templo. Existe en la disposición de piezas de un monasterio una graduación privado – público que coincide con el eje este – oeste.

Entre el brazo de la iglesia y la Sala capitular solemos encontrar la sacristía, aunque también existen ejemplos donde la Sala capitular está adosada a la iglesia (p.e. Vallbona de les monges) u otras salas pequeñas.

A partir de una determinada dimensión del monasterio, las alas del claustro tenían 2 niveles, planta baja y planta primera. En la planta primera encima de la Sala capitular se sitúa el dormitorio de los monjes (que suele determinar el nombre de ese bloque: ala de los monjes). El dormitorio tenía una comunicación directa con la iglesia a través de una escalera para facilitar el acceso a los oficios nocturnos. Con la intención de compatibilizar que el dormitorio no quedase muy alto (y reducir la longitud de la escalera) y que la Sala capitular que estaba justo debajo tuviese la altura adecuada, es usual encontrar esta sala ligeramente hundida respecto al nivel del claustro.

El acceso a la sala se hace desde la galería del claustro, verdadero distribuidor de la abadía. La entrada queda bien definida por 3 ó 5 grandes vanos que horadan el grueso muro y permiten la entrada de la luz. Dentro del rígido marco de austeridad decorativa, estos vanos suelen disponer de columnas, capiteles y arcos de bella factura.

Siempre que es posible la sala es de planta cuadrada (por pureza geométrica y para favorecer la disposición perimetral de los monjes); en caso de necesitar más espacio la limitación de profundidad determinará la forma rectangular presente en gran número de abadías. Para cubrirla se subdivide normalmente en 4, 6 ó 9 tramos soportados por, respectivamente, 1, 2 ó 4 columnas centrales. Las bóvedas (inicialmente de arista y posteriormente de crucería) descansan sobre ménsulas al llegar a los muros perimetrales, manteniendo el estilo canónico de las iglesias cistercienses. También encontramos casos donde en vez de ménsulas aparecen columnas exentas o adosadas al muro.

Esta estancia se construirá incorporando los mayores avances técnicos de la época (esencialmente bóvedas de crucería), y es una buena oportunidad para disfrutar de su visión desde muy cerca, ya que normalmente las vemos a gran altura cubriendo los tramos de las iglesias.

En el lado opuesto a la entrada aparecen una o varias ventanas abocinadas, permitiendo la entrada de los primeros rayos de sol del día.

En el encuentro de los muros con el suelo se dispone la bancada perimetral,  normalmente en un nivel aunque en caso de necesidad se llegó a construir un segundo nivel.

El suelo estaba pavimentado con losas de piedra o baldosas de barro cocido. Con el paso del tiempo se utilizó el suelo de la Sala capitular para dar sepultura a algunos abades, pudiendo hoy en día ver numerosos ejemplos de laudas sepulcrales.