La comunidad de monjes cistercienses del monasterio de Poblet dispone de una hospedería interna en la que se puede pasar hasta una semana de tiempo siguiendo los horarios y las comidas de la comunidad, y participando libremente en todos los oficios litúrgicos. Situada en el interior del recinto monástico, es una buena oportunidad para conocer desde dentro cómo viven los monjes y cómo la arquitectura cisterciense del monasterio está perfectamente concebida para albergar esa vida.

LINK DE LA HOSPEDERÍA

Cada huésped tiene una motivación concreta y es muy enriquecedor poder compartir con cada uno de ellos qué nos mueve a pasar unos días en Poblet.

Antes de ir lo que más me dijeron las personas de mi entorno fue: vas a desconectar, ¿no?

En las áreas urbanas actualmente vivimos sobrecargados de cosas por hacer, llenos de tareas, largos desplazamientos, sobre estimulados por tanta información a la que tenemos acceso de manera instantánea, hipercomunicados con todo el mundo… en definitiva, rodeados de un ruido ensordecedor que nos impide escuchar nuestro propio ser, el de las personas más próximas a nosotros y el de la naturaleza que nos rodea.

Vas a desconectar, ¿no?

-Pues más bien voy a conectar… a conectar “conmigo mismo”, con mis pensamientos, con el paso del tiempo, con el silencio… con todo aquello que el ruido cotidiano nos impide estar conectados. Es en la ciudad donde estoy desconectado de lo realmente importante.

Y entre otras cosas, el císter es importante para mí.

Monasterio cisterciense de Poblet. Hospedería interna en ezza cister .org

Día 1

Día 1

Voy bien de tiempo, conduzco despacio y a medio camino quito la radio para dejar atrás las distracciones. El silencio ayudo a estar presente. Aparco donde otras veces, pero esta vez no voy como turista sino para quedarme unos días. El paseo hasta la portería de la Hospedería interna de Poblet se me hace largo porque llevo la bolsa de viaje llena de libros sobre el císter.

Tras identificarme el monje de la portería me hace pasar al locutorio para que espere al monje hospedero. Espero en silencio un rato, tiempo en el que entra en la sala otro huésped recién llegado. Bien, ya sé que no estaré solo. El monasterio de Poblet es grande y los monjes tienen asignadas muchas tareas, por lo que la espera está más que justificada. Me gusta ese rato de espera en silencio, me sirve como cámara de descompresión, espacio de transición hacia el mundo interno del monasterio.

Llega el hospedero, un chico joven y alto. A paso rápido nos lleva hasta nuestras respectivas habitaciones y nos explica lo básico, que en estas circunstancias es tan básico como ceñirse a los horarios de los oficios y las comidas y respetar el silencio de la comunidad cisterciense. Nos entrega una cuartilla con todos los horarios por actividad y el lugar donde se realiza. El tercer día la tendré interiorizada; y digo interiorizada y no memorizada porque el ritmo de oficios y comidas en seguida forma parte de ti.

El específico repicar de las campanas 5-10 minutos antes de cada oficio hace el resto. De la misma manera que ayuda un largo repicar de campanas a las 4:50h de la noche para que no se te peguen las sábanas.

El primer oficio al que asisto son las Vísperas (18:30h) y he de sentarme en los bancos de la nave de la iglesia. Cómo aún es horario de visitas turísticas hay una serie de recorridos alternativos por zonas internas del monasterio de uso exclusivo de la comunidad. Aunque el hospedero nos ha enseñado el trayecto, temo no encontrar el camino correcto y llegar tarde a la iglesia. Y también temo cosa que va a ser una constante los primeros días: encontrarme cerrada alguna de las puertas que he de atravesar. Pero no, llego bien a la iglesia y justo al entrar desde la galería del claustro un monje me indica con un leve gesto que he de ir hacia la derecha y no hacia el coro.

El tema de las puertas abiertas o cerradas en función del horario para evitar que los turistas accedan a las zonas privadas del monasterio es casi mágico. Fuera del horario de visitas de Poblet, como huésped que eres, te puedes mover libremente por el monasterio tal y como lo hacen los monjes. Pero en el horario definido no sabes cómo y quién ha cerrado o abierto una serie de puertas que estratégicamente separan los usos. Y estos cambios suceden varias veces al día.

Tras las Vísperas salimos de la iglesia y recorremos el claustro hasta llegar al Refectorio, el lugar donde te “Re-faces”, te rehaces, el comedor. Es una sala magnífica, ejemplo bello de la arquitectura del císter. Una bóveda de cañón con arcos perpiaños que arrancan en ménsula estructurando el espacio y tensada por la luz que entra por unas grandes ventanas con cristaleras emplomadas de vidrios transparentes. A diferencia del mediodía, ahora al atardecer se necesita el apoyo de la luz artificial que proporcionan unas grandes lámparas suspendidas del techo.

Bajo las ménsulas se ubica una bancada corrida de madera en donde se sientan perimetralmente los monjes. Se cena en silencio y rápido, muy rápido. En silencio me refiero a sin hablar con tu compañero de mesa; en cambio, como establece la Regla de San Benito, desde el púlpito empotrado en el muro uno de los monjes lee algún versículo o texto litúrgico.

Tras cenar los monjes se dispersan silenciosamente a través de los diversos recorridos que salen del claustro y el huésped dispone de casi una hora libre hasta la lectura del capítulo en la Sala capitular.

Claustro del monasterio cisterciense de Poblet. Hospedería interna en ezza cister .org
Claustro y torre del monasterio cisterciense de Poblet. Hospedería interna en ezza cister .org

Este es mi primer momento especial, me encuentro en soledad en el claustro al atardecer. La luz anaranjada y ardiente del sol ilumina la fachada oeste del excepcional antiguo dormitorio de los monjes. El muro de piedra hace de reflector y baña de una luz casi mágica todo el claustro. A esta escena se suman los pajarillos que trinan despidiendo al sol.

Aunque sigo pendiente del reloj, son las campanas las que me avisan que he de dirigirme hacia la Sala capitular para la Lectura del Capítulo (20:15h). El abad, o en su ausencia el prior, se sienta frente a la puerta y a ambos lados los monjes. Los huéspedes nos sentamos en el lado opuesto al abad, junto a la puerta de entrada desde el claustro.

La lectura es rápida, en quince minutos finaliza y nos dirigimos a la iglesia para asistir al último oficio del día, Completas (20:30h). Entramos en la iglesia al oscurecer el día y también tiene algo de mágico… y más cuando este oficio los huéspedes lo podemos celebrar en el coro junto a los monjes.

Son sobre las nueve de la noche, se acaba el día. Da tiempo para recorrer algún rincón del monasterio de noche y poco más, que mañana las campanas sonarán pronto.

-Continuará-

Patio del monasterio cisterciense de Poblet. Hospedería interna en ezza cister .org